LA BALA - CUENTO POLICIAL - CAPÍTULO FINAL

Día Cuatro

8.20 a.m.
Recién abriendo las oficinas entró una llamada paraToby Maestre 
- Sí, ¿quién es?
-Señor, -una vocecita lejana, casi un murmullo habló desde el otro lado de la línea- Soy yo, ¿recuerda? Lupe Torrosa
-¡Caramba Lupita! No esperaba tan pronto su llamada. ¿Qué  me dice?¿ Qué has averiguado?
-No puedo  hablar mucho. Hablo desde un teléfono público, cerca de la casa.
-¿Qué sucede? Habla más alto. No te oigo bien.
-Tengo que irme...me escapé de la casa...
-¡Lupe! ¡Lupe! No te oigo, ¡habla mujer!

- ........................ -el silbido agudo de la línea fue todo lo que oyó Toby. Mal presagio. Esa llamada le heló la sangre. ¿La chica estaría en peligro? Si algo le sucedía sería por su culpa. ¿La habría enviado directo al abismo?
Esa misma tarde, Belén de Estrada con una mirada inquietante abrió la reja de la mansión, a los policías.
-Creí que ya habían terminado con su investigación.

-No es con usted, con quien queremos hablar, es con su esposo.
-¿Mi marido? preguntó molesta la mujer de intensos ojos azules. -Me temo que no será posible, Alguacil, él está muy enfermo.

-Le prometo que no será mucho tiempo. Preguntas de rutina, ya sabe. Le agradecemos nos permita pasar.

-Alguacil, ¿Todo se debe a una ridícula bala?

-¿Le parece que una ridícula bala es poco motivo? Créame, tenemos suficientes razones para entrar. 
Si usted no tiene nada que ocultar, no tiene nada que temer. -La mirada de la Belén traspasó las pupilas de los detectives.
-Jefe - Le habló al oído Tony - No veo a Lupe por ninguna parte.

- Aguanta. Ahora, a lo que vamos.


La habitación era algo oscura. Se sentía en el aire una pesadez "olor a muerte" pensó el Alguacil. La cama de dos plazas, estaba en el medio de la habitación, dos pequeñas poltronas de cuero negro, una mecedora Luis XV, una cómoda antigüa y un placard que iba de pared a pared; sobre las sábanas de seda blanca, yacía un hombre de sesenta y cinco años. -Lo que había sido un hombre- pálido, casi blanco, mejillas hundidas. Gastón no se atrevió a formular ninguna pregunta. No esperaba encontrar ese espectáculo dantesco. Pero al verlo terminó por confirmar sus sospechas. Ese hombre se estaba muriendo. No tenía que ver con el crimen. 
-¿Tiene cáncer?  le preguntó en voz baja el alguacil a Belén de Estrada.
- No sabemos, empezó con una depresión

-¿Por qué no está en una clínica? ¿No está recibiendo tratamiento?

- El no quiere...
Esa respuesta le pareció ilógica, incongruente, "él no quiere, o tú no quieres" se dijo el alguacil Franz. 
-Mejor nos vamos. Disculpe. No me imaginaba

-Lo acompaño hasta la entrada

Antes de despedirse le dio la mano. -Estamos en contacto...

-Claro que sí, Alguacil. ¿Y sobre la bala? ¿Averiguó que pudo ser?

-Eso está casi resuelto....Adiós, pues...Ah...y a propósito no vi a su criada. Dele mis saludos.

-Será imposible. La despedí, por eso no la vio...

-¿La despidió? ¿Se puede saber el motivo?

-Usted sabe como son esas mujeres extranjeras, se pasan de impertinentes a veces.
-¿Y cómo cuándo fue eso? ¿Cuándo la despidió?
-Hace dos o tres días. 
-Franz le sostuvo la mirada seriamente
-Lo lamento. Se fue dándole la espalda.  Por el camino le dijo a los gemelos: -Tony ¿cuándo fue que recibiste la llamada de Lupe?

-Esta mañana. Me contó que se había escapado de la casa para llamarme. Fue todo lo que me dijo. La línea se cortó y....

-Primera mentira de la dama. ¿Dónde estará la chica? ¿Se fijaron en el marido?
-Es un despojo humano - contestó Tony

Día Cinco

A las 10 a.m. del día siguiente una excavadora, dos médicos forenses, entre ellos el Dr. Dupless. cinco policías armados, ocupaban la cuadra arbolada de la mansión Estrada, Y los gemelos y un golden retriever entrenado se dirigían en la Van policial hacia la casa.
-¿Qué significa esto? ¿Cómo se atreven a invadir nuestra casa? ¡Váyanse de aquí! ¡No tienen derecho! ¡Qué creen que hacen!  -gritaba furiosa Belén haciendo gestos con sus brazos.
Gastón Franz mostrándole la orden de allanamiento, entró sin hacer caso de los reclamos de la mujer.
-Registren de arriba a abajo, y sobre todo esa jungla. No dejen nada sin revisar. Señora hágase a un lado, no me obligue a tomar medidas.-  Hizo una seña a los policías quienes se dirigieron con Sargent, el perro entrenado para rastrear restos humanos. Sargent comenzó  yendo en zig zag, siguiendo su olfato. Iba moviendo su cola, hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia el centro...Se detuvo en el cantero de los rosales y se sentó encima de la tierra... No duró mucho el proceso de la excavadora, mientras las palas mecánicas removían la tierra, un olor intenso surgió desde el barro, apareció lo que parecía un zapato, luego asomó una pierna... Cuando sacaron el cuerpo de Guadalupe Torrosa, no llevaba mucho tiempo en descomposición, tenía un golpe en la cabeza.
-Creo que estaba viva cuando la enterró- Lupe había encontrado su trágico destino- Vaya a saber qué descubrió, posiblemente vio algo o escuchó algo o a alguien - concluyó el Alguacil Franz.
La excavadora continuó su trabajo pero no hallaron más restos. Con el hallazgo del cuerpo de la doméstica asesinada tenían suficientes pruebas para detener a la distinguida Belén de Estrada.
-Esposénla. Léanle sus derechos. Toby, Tony, que venga una ambulancia para que se lleven al marido. A lo mejor todavía se puede hacer algo por él. Vaya a saber qué maldita cosa le estuvo dando. Seguramente ya tenía su sitio reservado en los rosales. ¡Dios! ¡pero de qué demonios está hecha esa mujer!

EPÍLOGO

Una semana después finalizado el juicio de Belén de Estrada, la respetable y aristocrática dama de Santa ¿María del Talar, continuó arguyendo su inocencia, pero no convenció al jurado ni a los jueces, ni hubo dinero que pudiera pagar su libertad. Treinta años sin derecho a libertad condicional, en la cárcel de mujeres de Sta. María. A su salida del Tribunal su rostro no reflejaba ningún sentimiento o remordimiento, salió caminando con las esposas, pero como toda una dama.
-Vaya, vaya, Jefe.  ¿Cómo una persona puede llegar a eso?
-Los motivos de siempre, ambición, avaricia, quién sabe lo que hay en el alma de las personas -dijo Gastón
-Y el marido, ¿qué será de él?
-Se va recuperando. Tenía tantas dosis de cianuro en su sangre, como para matar a un caballo. De a poco se mejorará, pero de la traición de su mujer le llevará mucho tiempo superarlo.
-Solamente me gustaría encarar a esa maldita mujer y preguntarle si todavía cree en el crimen perfecto
-En cuanto al tío, es difícil que aparezca, si es que está en los rosales, pero ¿dónde más podría estar? La bala guardará ese secreto de ultratumba. Esa mujer no volverá a ver la luz del día. Puede decirse que sí se hizo justicia.
-Olvídese Jefe, ahora nos espera una partida y unas cervezas bien frías. Se fueron a su "cuartel" donde no dejaban de entrar llamadas. Mañana los esperaría otro día de acción, tal vez otro crimen...

FIN

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