LA BALA - CUENTO POLICIAL - CAPÍTULO I


Día Uno

Ese día se levantó temprano, el patio trasero estaba repleto de hojas; cada mañana era la misma rutina. La muchacha abrió la reja negra, fue al cuartito que estaba junto al lavadero, agarró el cepillo, la pala, las bolsas y comenzó su labor. Hojas secas, ramitas, alguna palma que el viento fuerte había arrancado; después limpiaría los canteros que estaban al borde de las benditas hojitas, flores marchitas, pero para eso utilizaría guantes de goma, porque las hormigas negras mordían con fiereza, y tampoco quería encontrarse con alguna cucaracha viva o muerta ó alguna araña escondida entre las plantas. Lupe era una chica con ciertas delicadezas. Barrió y barrió, el trabajo le parecía interminable -"bendita brisa"-pensaba-¿Será todos los días este trabajón? "Debería cobrar extra por este bendito y fastidioso barrido al rayo del sol" "sí, seguro que te pagarán...¡esperanza de pobre!" Ahora la esperaban los canteros con más hojas, más ramitas, más colillas de cigarros, y las hormigas negras, y las cucarachas...-ayyyy nooo!". Se puso los guantes de goma y comenzó su segunda ardua labor. Al instante dio un pequeño gritito histérico, entre el puñado de hojas secas que tomó, había un ratoncito muerto, lo arrojó al suelo asqueada de su hallazgo. -"este debe ser al que le puse veneno en la cocina, ¡¡¡puajjj!!!"- -"por esto también deberían darme algo extra, o que se creen esos "viejos"? me tienen casi de esclava, limpiando su basura".
     Recogió lo que faltaba, ya casi terminando, de repente, un brillo tenue penetró en sus ojos. Al rayo del sol no podía darse cuenta que era, miró hacia la tierra y escondida, casi enterrado, extrajo algo pequeño y amarillento, ese "algo" estaba un poco aplastado, pero terminaba en forma puntiaguda -¡que el diablo me lleve si esto no es una bala!" Se lo mostraré a la "vieja", pero será bien raro, cómo vino a parar aquí esta cosa? Lupe dio por terminada su faena, secándose el sudor con un pañuelo sucio, se fue a la cocina a seguir sus quehaceres, no sin antes guardar su "bala" en su delantal.
Cuando se despertó Belén, dejó al marido durmiendo otro poco; ya estaba harta de esa situación. Por momentos sentía que lo odiaba, veinte años aguantándolo, que siguiera durmiendo, ojalá no despertara nunca... La chica era medio quejona pero limpiaba por lo menos... De la cocina ya venía el olor a café recién colado, la mesa cuadrada estaba tendida con su mantel de cuadros verdes y blancos, había panecillos, mantequilla, mermelada, Lupita hacía en la sartén los huevos revueltos.
- Buenos días, Lupita, por favor no les ponga mucha sal, el señor tiene el colesterol muy alto, nada de tocino. El desayuno se lo llevaré yo, no quiero que entres a la habitación, ni tampoco quiero que nadie entre.
- Seee, Señora... -masculló entre dientes- (Nunca podía entrar a esa habitación, vaya a saber qué le pasaba a ese hombre)
-¿Ya barriste el patio? Regaste todas las plantas? ¿Limpiaste los canteros?  Tampoco quiero que dejes entrar a nadie a ese patio. 
- Después regaré, señora, primero el desayuno para el señor y la señora. ("¡Vaya con esa mujer! ¿Y quién puede entrar? ¡Si a esta casa no vienen ni los gatos!
- No seas impertinente mujer- Otra contestación como ésa y te pongo de patitas en la calle. Lupe se dijo para sí "que me ponga, p'a lo que me importa, p'a lo que me pagan"   
-Perdón señora Belén, no lo dije con malas intenciones; algo avergonzada metió la mano su bolsillo y tanteó el "tesoro" encontrado. -Señora, vea lo que encontré casi enterrado en el cantero.
La señora tomó lo que le entregó la empleada. La puso en la palma de su mano, observándola curiosamente - ¿qué será? 
-Señora Belén, ¿no se da cuenta? ¿qué va a ser, pues?, una bala, ¿no la ve? ¡una bala!
-¿Una bala? la volvió a mirar sorprendida  después de pronunciar el nombre bala 
-¿Una bala? y que hacía en nuestro cantero?
-¡Ay pues! Dios sabrá doña, lo que sí es seguro pero segurito es que le dispararon a alguien o algo, pues fíjese, está como gastadita, como oxidadita, es una bala vieja, ¿no le parece pues? 
-Muchacha, ¡tú deberías trabajar como policía! ¿De dónde sacas esas cosas? ¿Cómo las sabes? Pero ¿a quién le van a disparar? ¡No digas sandeces!

 El tema de la mañana de Lupe por supuesto, fue el susodicho proyectil, que posaba sobre el mantel, esperando saber cuál sería su destino... Y el destino fue la estación de policía, la dueña de casa decidió entregarla al comisario para que no la acusaran de algo en el futuro. Declaró que le parecía inconcebible que haya sido encontrada en su patio, el muro era muy alto, ellos no tenían enemistades ¿cómo llegaría allí?
Esas mismas preguntas se las reformuló el viejo alguacil Gastón Franz, un sabueso experimentado, casi retirado a las oficinas de papeleos, archivos enterrados. Manejaban casos estafas, robos. En ese olvidado pueblo no  había muchos crímenes. Miró el proyectil oxidado. No lo podía desviar de sus ojos. Le olió a "gato encerrado", una bala perdida, aún no se sabía su calibre, hallada en un patio de una casa antigua. Esto era algo más que un misterioso hallazgo. Esto le "olía a caso viejo, sepultado..."a caso no resuelto" Su olfato nunca se equivocaba....Sí, es verdad que podía estar precipitándose. Pero desde cuántos metros puede haber volado esa cosa? ¿Habría más de esas balitas en el patio? ¿A quién irían dirigidas? Tomaría esa investigación porque le apasionaba desenterrar crímenes no resueltos, porque le gustaba hacer justicia, y definitivamente, le daba por lo más bajo de sus pantalones que hubiera un asesino o asesinos sueltos.
Llamó por el intercomunicador a sus ayudantes los gemelos, Toby y Tony. 
- Muchachos, tenemos trabajo, es hora de sacudirnos el polvo de los papeles, es hora de trabajar, y mover sus traseros, bueno, el mío también, jejeje - ¿Ven esto? Sí, una minúscula bala, ya les contaré por el camino.
-Adónde iremos jefe? tiene alguna pista? ¿Habrá que ir armados?
-¡Siempre tenemos que ir armados! ¡qué pregunta Tony!  Aunque esto será el inicio de una investigación. Pero llevaremos todos los implementos, por si son necesarios para recolectar: bolsas, guantes, Luminol  por si hubiera que rastrear sangre, ¡Carajo! ¡eso no tendría ni que decírselos! A sacudirse las telarañas....¡Volveremos a ser detectives! Dios!! ¡¡¡al fin!!! 

Antes de salir el alguacil se acordó de algo muy importante, -Amigos, recuérdenme de llamar al Doctor Dupless, el médico forense de la Oficina Central de Mor-Tal (nombre compuesto por Morgues-Talar); el pueblo se llamaba Santa María del Talar. Una pequeña comunidad en Estados Unidos, casi perdido en el mapa. -Es urgente que se mande al laboratorio esta "cosa" para que determinen el calibre, la antigüedad, huellas, ADN, lo que sea. Apurémonos, ¿tienen la dirección de la casa? Bien, el tiempo apremia. 
La zona era residencial, muy arbolada, un complejo de viejas casas victorianas, muy bien conservadas. Santa María del Talar era un pueblo con sus tradiciones, pobres y ricos convivían, caminando por sus calles, sus plazas, sus centros comerciales. Gente sencilla, amable y tranquila, con un bajo índice de delincuencia. Pero pueblo chico infierno grande, todos terminaban sabiendo de todos. Franz se dijo para sí mismo, "esta puede ser una investigación que no llevará mucho tiempo...habrá sido un disparo al aire...terminaremos esto rápido...pero se equivocaba...


Lupe abrió la puerta con cierto nerviosismo (su situación legal en el país no estaba resuelta) Los hizo pasar a la enorme sala donde los esperaban unas cómodas bergeres, el Alguacil Franz estudió el lugar con cierta admiración, adornos de plata, estatuillas de bronces, porcelanas finas, una biblioteca de grandes proporciones; dos lámparas de pie iluminaban el salón, la mesa del comedor de madera fina, y cuadros antigüos de famosos pintores adornaban todas las paredes. En el lugar se respiraba lujo y comodidad. Era una mansión bastante acogedora, pero con un cierto halo de misterio. Sobrecogía un poquito estar ahí.  Hacia el fondo de la casa pudo divisar un enorme ventanal de vidrio que daba paso a un gigantesco patio o terreno, donde alcanzaba a ver árboles, plantas frutales, flores, rosales, jazmines, y enredaderas que subían por sus muros. Le extrañó que el piso fuera de lajas, le quitaba un poco de ese ambiente selvático. (¡Pobre chica, cuando le toca limpiarlo! - pensó-) una voz le sustrajo de sus pensamientos. Una señora de porte distinguido, con gran porte, peinada hacia atrás con un rodete, de clásica belleza, tendría unos cincuenta y cinco años, avanzó hacia ellos.

-Bienvenidos señores, los estábamos esperando, sabrán disculpar que mi marido no los reciba, pero se encuentra algo indispuesto.

-No se preocupe doña Belén, es sólo una visita de rutina. Como Ud. sabe nuestro interés es averiguar, sobre este proyectil hallado por su doméstica.

- Pues sí, Inspector....

-Alguacil Gastón Franz. Sólamente quisiéramos, si Ud nos lo permite, revisar el terreno. Pero antes déjeme preguntarle. ¿Cuánto tiempo hace que ustedes viven aquí?

-Quince años. Esta vieja casona nos la heredó un tío mío, que falleció hace algunos años y nos la dejó a nombre de los dos. 

-¿Hicieron algunas modificaciones o está tal como cuando vivía su tío?

-Bueno, en el interior la casa no tanto, agregamos un piso, para los cuartos de los hijos y de los huéspedes.

-¿Y en el terreno?

-mmmmm Ahí sí, lo reconstruimos totalmente, se derribaron algunos árboles, dejamos otros, quitamos varias palmeras, y colocamos el piso de lajas.

-¿Quiere decir que era suelo terrenoso?

-Totalmente, se veía más selvático pero por las lluvias había mucho fango, queríamos construir un patio más moderno.

-¿Y hace cuánto de ese cambio?

-Trece años Pero, ¿por qué? ¿es importante? ¿qué puede tener que ver con su investigación de rutina?

Gastón pensó antes de hablar "Pudiera ser todo" -Sólo son preguntas señora Belén, para conocer mejor el lugar. Con su permiso, no queremos quitarle tiempo. Únicamente deseamos explorar el sitio para poder concluir de dónde puede haber provenido el proyectil. Esto de la bala tal vez no significa nada de gravedad. Muchas veces hay disparos que pueden caer de otros sitios. En ese caso deberíamos también investigar en las casas vecinas.

-Si alguacil, pueden pasar, Lupe por favor, muéstrales el patio a los detectives.- Se quedó mirando con el ceño fruncido mientras se dirigían al terreno. -Pasen los caballeros...dijo la voz humilde de Lupita, la doméstica.


Horacio Quiroga seguramente se hubiera inspirado en uno de sus extraordinarios cuentos. El lugar al que la dueña llamaba humildemente "patio" era asombrosamente misterioso; de proporciones admirables; "atemorizaba" un poco esta jungla asfaltada. Las ramas de los árboles se mecían suavemente en el terreno cuadrado; cuatro canteros en forma ovalada situados en forma de cruz, eran el sitio central del lugar. No se veían animales, alguna ardillita, y aves sobre los árboles, aunque le parecía que detrás de cualquier árbol podía aparecer King Kong, así de imponente le parecía el fantástico patiecito de los Estrada. Tony y Toby iban caminando de cada lado absortos como él de esa selva escondida en esta ciudad.

-Bueno, chicos, dejen esa cara de susto, ¿nunca vieron un patio?

-Oiga, jefe, en serio, ¿no habrá tarántulas o serpientes por aquí?

-Lo que haya, póngase a investigar, tenemos poco tiempo, pero una cosa sí les digo; antes era esto de pura tierra, no estaban estos hermosos canteros. Si algo sucedió aquí, habría que solicitar una orden especial para excavar este suelo...
Miraron por aquí, por allá; era demasiado pronto para sacar conclusiones. Decidieron terminar por ese día. Se despidieron dela dueña de casa, pero el alguacil se retiró convencido de que ahí no terminaba todo. Le seguía oliendo cada vez mal. La estructura del patio, sus altos y fuertes muros, era prácticamente imposible que una bala traspasara esa muralla para llegar a su cantero, a no ser que hubiera caído de Marte, a no ser que la criada hubiera mentido, a no ser que la distinguida dama Belén de Estrada...fuera una falsa y aristocrática dama. ¿Y el marido? ¿También no habrá presentado falsas excusas para no prestar declaración?  A un viejo sabueso como él nadie podía engañarlo. Ni siquiera ese misterioso patio-jungla, cubierto de árboles y enredaderas. De debajo del piso de lajas, le llegó un olor como a "podrido" ¿Qué habría enterrado allí? ¿Un cuerpo? ¿Varios cuerpos?  En  Santa María del Talar nada quedaba oculto bajo el sol. El trabajo acababa de comenzar. Buscar testigos, huellas, órdenes, personas desaparecidas: solamente tenía su intuición de policía y una pequeña y oxidada bala para averiguarlo...

Continuará...

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