Dedicado a dos que se amaron y
que la vida separó
Estoy
acá sentado pensando en estos días que pasaron, que me hicieron retroceder a
mis años juveniles, es decir una chorrera de años… ahora no voy a sacar la
cuenta. Tenía trece o catorce, no más. Y fue en esa época cuando la conocí, a
esa niña-mujer que fue el amor de mi vida. Nadie me dará la razón sobre esa
locura de pasión juvenil, éramos de la misma edad, el mismo signo, es decir,
dos pendejitos, dos muchachitos que abrieron a las puertas de la vida del amor,
del deseo, de la rebeldía típica de nuestros años. Fue nuestra primera vez, esa
primera vez que no volverá a repetirse. Cómo nos conocimos no viene al caso,
creo que por nuestros padres que eran amigos, nos conocimos, nos miramos, y
supimos que ya no había regreso. La locura y el impulso de nuestra juventud
hizo estragos con nuestros corazones, nos volvimos locos el uno por el otro.
Nada pudo contenernos, ella era una muñequita, chiquita, dulce, era una mujer
en un cuerpo de adolescente, con unos ojos oscuros inmensos que brillaban como
dos luceros, una boca fresca y roja como una fruta que me volvía loco por
devorarla, y que fue sólo para mis besos. Yo era un chico medio alto (todavía
estaba creciendo ahora soy mucho más alto) tenía, pelo oscuro, medio pecoso,
con una nariz muy bonita, recta, perfilada, y bueno era así, no lo voy a negar,
era un chico lindo.
Nuestra
historia duró como un año, cumplimos juntos los catorce, nuestro lugar
preferido era el zaguán de la casa de ella, para abrazarnos, besarnos, y ...
bueno... poco faltó para llegar al desenlace final. Pero no pasó porque todavía
yo era un mocosito y no sabía bien cómo podíamos llegar a la culminación final
de nuestro deseo (o calentura como vulgarmente muchos prefieren decirlo) era
así, teníamos la edad de las hormonas revueltas, la edad de la primera vez.
Dicen siempre así, "el primer amor nunca se olvida" y que verdad
encierra esa frase. A ese club pertenecimos mi noviecita y yo.
Como
todo en la vida nada dura para siempre. Esa locura, ese amor
desenfrenado, llegó a su triste final, fuimos como un Romeo y Julieta de
los años sesenta, no tuvo un final de muerte, pero tuvo el fin de la
separación, nos descubrieron dos o tres veces dando rienda suelta a nuestros
besos ardientes, la sirvienta, la hermanita que se yo, (como las odié después)
total que nuestros padres lo supieron y decidieron ponerle punto. Nos separaron
para toda la vida. A todo el mundo le parecerá una estupidez, para ella y
yo es y sigue siendo una tragedia. Marcó nuestras vidas de forma
traumática y definitiva. Y aunque a nuestros padres que ya están muertos
les pese, no lograron su objetivo. Nos separaron en esa realidad de hace tantos
años, pero nunca lo lograron en el olvido, ni en nuestro pensamiento. Y ahora
les voy a decir por qué.
Bueno,
para finalizar la primera etapa, a ella la internaron en un colegio de monjas,
(que doloroso fue), que crueldad para una criatura de catorce años y para un
chico que con toda su impotencia no podía hacer ni resolver nada. Habrán tenido
sus razones, quizá para que ella no saliera embarazada. Pero de todas formas,
se extralimitaron, creo que no se dieron cuenta de los crueles que fueron con
los dos. No le guardo rencor a nadie, ya perdoné lo que tenía que perdonar. Ese
último día la acompañé con sus padres hasta el colegio de las monjas que
quedaba en la loma del diablo, y después que la dejamos su padre
me fulminó con la mirada y mejor no digo lo que me dijo... en pocas
palabras me desterró, me sacó de sus vidas. Me prohibieron volver a verla. Me
fui con la cabeza baja, con el alma desolada, sin rumbo, sin horizonte. Y a
partir de ahí mi vida fue un desastre que no viene al caso contarla.
Nunca
más la volví a ver, no sé cómo ni cuándo me envió una cartita de despedida,
donde me ponía entre otras cosas que su vida sin mí no tenía sentido. Y la mía
sin ella tampoco la tuvo, pero nunca se lo pude hacer saber. Lloré como un
hombrecito, estreché la carta sobre mi pecho tratando de arrancarla de mi amor,
sabiendo que sería imposible, y la quise, y la amé más que nunca. El primer
amor nunca se olvida, deja un lazo indestructible, no hay barreras, ni
distancias, que los destruyan, el mismo tiempo lo hace más fuerte.
Ahora
después de casi cincuenta años volví a tener noticias de esa niña-mujer que
ahora es una mujer mayor, casada, con hijos y nietos. Me contaron que estaba
cerca de mi pueblo y algo loco se apoderó de mí. Será porque ahora estoy
separado, solo como un perro, y siempre sin rumbo fijo. Me fui a verla, estuve
días esperando el reencuentro, días que se me hicieron una eternidad, matándome
la ansiedad, la angustia y el desespero de volver a verla. ¿Cómo estaría?
Mas vieja, y yo también, claro, ¡no me importaba nada!, las arrugas y las
canas no cuentan, tenía que verla o reventaba. La vida nos estaba dando esa
oportunidad única que no se la da a cualquiera. Bendije a Dios, a la misma
vida, me sentí un elegido, qué pasaría cuando la viera ya lo sabría en su
momento. Cuando llegó el día, me miré al espejo, y volví a ver mi rostro de
quinceañero, de enamorado, de Romeo de los sesenta, me vino a buscar un amigo y
nos fuimos. El camino fue otra eternidad hasta donde la encontraría. Iba a
tenerla en mis brazos nuevamente, sentiría ella lo mismo? Algo en mi interior
me decía que sí. Al llegar, me abrieron la puerta, mucha gente reunida, no me
interesaba saber quiénes eran, mis ojos solamente buscaban a mi mujercita
adorada, ahora una señora.
…Busqué
desesperadamente con los ojos y allí estaba… detuve mis ojos ahí, quedamos
paralizados como si el tiempo no hubiera pasado, mirándonos como hace cincuenta
años. ¡Cincuenta años! Otra eternidad había pasado entre nosotros, ya ni me
acuerdo que nos dijimos, nos fundimos en un abrazo que nos hizo sentir, revivir
que todo aquello seguía ahí, latente entre nosotros. El capítulo final no había
sido escrito todavía. Había tanta gente entre nosotros que no tuvimos
oportunidad de nada… pero esta vez no me callé, esta vez nadie me atajaba,
aunque alguien se revolviera sobre la tumba, le diría que la amaba, que siempre
la había amado, que era y seguiría siendo la mujer de mi vida, ya está, se lo
dije, se lo grité sin pudor, sin prejuicios, no había más que decir. Esa era mi
verdad, le doliera a quien le doliera. Y ella también sorpresivamente me
devolvió un “también te amo”. Sentí el corazón quería salírseme del pecho. Poco
me faltó abalanzarme sobre ella y hacerle el amor ahí delante de quien fuera.
Ante todo soy un caballero, me contuve y lloré por dentro de felicidad. Cuando
la pude ver detenidamente, vi su rostro adulto que los años cambiaron, pero en el
fondo de sus ojos, vi el mismo brillo de sus catorce años, eso me hizo amarla,
saber que nada había cambiado entre ella y yo.
….Hoy la
vida sigue siendo injusta con nosotros, esa fue una corta noche de reencuentro,
de miradas que nos cruzamos, de rozarnos la piel, de abrazarnos, de tomarnos la
manos, de un beso de encuentro y despedida que quedó ahí… asomado… desesperado…
suspirando quedo en nuestros labios. Esa noche la volví a encontrar y la volví
a perder. No pude entender porqué me pasaba esto a mí. Siento rabia conmigo,
con la vida, con todo el mundo, rabia de tragarme este deseo de apretarla
contra mí, de que aún sigamos siendo un amor prohibido. Cuando quise acordar ya
no estaba, se había desvanecido, nos prometimos amarnos para siempre, no olvidarnos,
escribirnos, mas sin una esperanza, sin una ilusión que alimentar, porque todo
este amor preso en nuestra piel sigue siendo más prohibido que nunca. Se fue y
aquí me quedé con este frío de invierno y del alma, estrujando su foto y su
recuerdo junto a mí. De todo este dolor de hombre me queda una certeza: sigue
siendo mía, sólo mía, nos seguimos perteneciendo el uno al otro. Es el
único sentido que me queda en esta vida para seguir caminando, con su amor, con
su recuerdo y con el brillo de sus ojos declarándome su amor. Aquí estamos mi
perro y yo preguntándonos por esta soledad, esperando no sé qué, una llamada,
una carta, u otra mueca del destino que la regrese a mis brazos otra vez.
Comentarios
Muchos podemos identificarnos de una u otra manera, muchos perdimos un amor.
Un beso mi querida amiga.
Muy lindo tema. Te dejo mi abrazo lleno de admiración y cariño.
AZUL