LA CLARIVIDENTE - CAPITULO III -FINAL


Estacionaron la patrulla detrás del taller, para que el sospechoso no pudiera advertir su presencia. Kossi y Prince cercaron el lugar, preparados por si el delincuente estuviera armado. Se oía una radio, acercándose silenciosamente, de abajo de un camión sobresalían unas piernas, el hombre no los había sentido.
-Amigo, párese muy lentamente, no le aconsejo hacer ninguna tontería. 
El que estaba debajo del camión comenzó a salir muy despacio, vio que tres hombres lo apuntaban con sus respectivas pistolas.
 – Levántese, póngase de espaldas junto al camión y ponga las manos detrás de la cabeza. – Era un tipo con aspecto sucio, con el mono lleno de grasa, sin afeitarse, su aspecto era bastante desagradable, como de 1, 75 de altura.
-Dinos tu nombre completo. Edad. 
-Yanni Costa, tengo treinta y tres años. ¿Qué pasa amigos? ¿Quiénes son Uds.? Yo no he hecho nada.
-Qué tienes que ver con un tal David Lihn? Vamos, habla. No vamos a estar aquí toda la tarde.
El hombre se quedó callado. No quiso hablar. Pero sus manos temblaron, se sentía acorralado. 
-Ok, belleza, como tú quieras. En la jefatura tendremos todo el tiempo del mundo. Prince, léele sus derechos a este chimpancé. 
-¡¡¡Por favor!!! Ya me lo sé de memoria. Están perdiendo el tiempo. Estoy limpio.
-Sí, muy limpio, ¿verdad? Pero no quieres decirnos que tienes que ver con Lihn. Veremos qué puedes cantarnos en la jefatura. Como por ejemplo, cómo fue que violaron y mataron a Verónica Marall. Acabamos de sacar su cuerpo dentro de una maleta, en un basural que está algo cerca de aquí. ¿Te suena algo?
-Saquemos a esta cucaracha de aquí, vamos “muñeco”, que nos espera una larga noche….

Ya una vez en el cuarto de interrogatorios, Kossi se quedó con el sospechoso. El hombre se frotaba las manos, pidió un cigarrillo, no levantaba la vista; Tristán se dijo “lo tenemos”…. Mira, amiguito, ¿Costa, es que te llamas? Bueno Yanni Costa, te aconsejo que confieses, que digas hasta el más mínimo detalle; si nos dices la verdad, pudiera ser, pudiera ser…. que te acorten la pena, pero si mientes, si te resistes a hablar, entonces, estás frito, cadena perpetua o la inyección letal. Tú eliges.
-Mire… Mire… yo no la maté. Le aseguro…
-¿Tú me ves cara de estúpido? Tus huellas digitales, están en la maleta, hay testigos que te vieron arrastrarla. Pero si tú lo quieres así… Tienes una sola oportunidad. Voy a salir a fumar un cigarrillo, si cuando regrese no sueltas la lengüa, te vas directo a la jaula, de allí al juicio, y después, Dios te ayude.
-Si, está bien, jefe, yo la puse en la maleta, la llevé al basural, pero yo no la maté!!!!! Créame.
-Y entonces ¿quién fue? ¿Estás protegiendo a alguien? ¿Vas a permitir que el verdadero culpable quede suelto y a ti te den cien años o te manden al otro mundo? No seas tan idiota, habla, habla, habla!!!! – Kossi, lo sacudió, aunque tenía ganas de matar a esa basura.
-Un tipo que me pagó unos dólares, una noche me trajo el cadáver de esa chica, la tenía en la maleta de su camioneta. Algunas veces yo le había arreglado su vehículo, el tipo se enteró de mis antecedentes y me pidió ese favor.
-¿Que belleza no? Linda pareja ustedes dos. Danos nombre, dirección, todo, todo, todo. 
-El tenía el pelo castaño, usaba una camioneta Ford año 2000, se llamaba algo así como Lon… Lon… León... Len….
-¿¿¿Lihn??? ¡¡¿¿¿Lihn??!!!
-Síiiiiiiiiiiiiii!!!!, Síiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!! Ese es! El la mató.
-¡¡¡¡Madre de Dios!!!! ¿Sabes dónde podemos encontrarlo?
-Creo que tiene una familia en Pueblo Suárez. Ya no me acuerdo más, Jefe
-Pues más te vale que sea verdad. Más te vale que lo encontremos. Tu vida depende de ese malnacido. Igual quedas detenido, por complicidad en un crimen. Tal vez no te den perpetua, pero tendrás que tragarte algunos años. Fue tu elección. Pudiste haberlo rechazado.

Más tarde, el Kossi y sus dos compañeros se dirigían rumbo al pueblo y en compañía también de Lisette; estaba seguro de que iban a necesitarla para poder encontrar a ese depredador. Aún no sabía cómo lo encontrarían, pero sentía cierta tranquilidad. Podía decirse que faltaba muy poco para hacer justicia a la joven asesinada. Lisette iba callada, mirando el paisaje, cuanto más se iban acercando al pueblo, se sentía inquieta, “sabía” que allí estaba el asesino. Podía sentir sus ojos, gélidos, llenos de odio. Ya faltaba poco, el auto entró por la avenida principal de Pueblo Suárez, miró su reloj, marcaba la una en punto. El sol brillaba sobre el cielo despejado. Hacía buen día. Doblaron por la calle de una zona residencial; el cuerpo de Lisette comenzó a temblar, las imágenes golpearon su cerebro, casa verde limón, rejas negras, un perro doberman en el patio delantero…. Allí estaba, allí aguardaba dentro de esas paredes…. -Comisario, doble en la próxima a la izquierda y avance lentamente- 
-¿Cómo dice Lisette? Está segura?
-Haga lo que le digo. Hay una casa de dos pisos, de paredes amarillo-limón. Rejas negras. Hay un doberman en la entrada. Tengan cuidado.
Efectivamente vieron la casa casi finalizando la cuadra. El perro iba y venía por el jardín. Eso estaba mal. El perro podía avisarle a su dueño de la llegada de los policías. –Estrada, ¿no tienes esas galletas de limón? – Sí, jefe, tengo como unas diez. –Bien, acércate sigilosamente, trata de mostrarle las galletas, cuando se acerque, abriré la reja lentamente para que salga, en ese momento deberemos actuar rápidamente. Lisette, quédese en el auto, no vaya a salir por nada del mundo. He llamado para pedir más refuerzos.
Cuando empezaron a acercarse el perro los vio, no ladró pero comenzó a gruñir, El oficial Estrada puso cinco galletas en su mano mostrándoselas cautelosamente al perro; el animal dejó de gruñir y fue hacia la mano extendida del policía. Estrada no lo podía creer, ¿así de fácil? Mientras el perro comía las galletas, Kossi abrió la reja con cuidado, Estrada desde afuera siguió ofreciéndole galletas y la bestia salió hacia la calle siguiéndolo. Kossi espió por los ventanales y Marcus Prince subió al techo, se deslizó sigilosamente por el patio trasero, la puerta que comunicaba a la casa estaba entreabierta, entró… había luz en la cocina, se puso en guardia para evitar alguna sorpresa, pero no había nadie, ¿dónde rayos estaba metido el miserable? Era una casa bastante grande, vio a Kossi que le hacía señas desde afuera, fue hacia el ventanal para que pudiera entrar; le abrió, se hicieron señales con las manos para evitar hacer ruido, Kossi le indicó con el dedo índice que subiría por la escalera al segundo piso, para que el vigilara la entrada. Comenzó a subir evitando cometer algún descuido o el menor ruido. En el segundo piso había tres habitaciones, y otra puerta que podía ser el baño, en una de ellas, de repente una voz le habló a sus espaldas:
-Suelte el arma amigo y dése la vuelta muy despacio…
Tristán se maldijo a sí mismo, se volvió hacia quien lo apuntaba, un hombre de ojos azules intensos lo escudriñaba, pero lo primero que llamó su atención fue la cicatriz en su ceja izquierda; ya no le quedaba duda…
-¿David Lihn verdad?
-Así es, ¿cómo lo adivinó? ¿Y cómo entró aquí?- El policía le mostró su placa, mientras Lihn lo seguía apuntando. 
-Soy policía, no le aconsejo que cometa un disparate, matar a un oficial no le traerá buenas consecuencias. Olvídese Lihn, está rodeado, afuera están las patrullas. Mejor hablemos con calma. Entrégueme su pistola por favor.
-Le recuerdo que ustedes invadieron propiedad privada, ¿tienen una orden?
-Tristán extrajo de su bolsillo delantero un papel blanco doblado - ¿Crees que somos retrasados mentales? Cuando tú vienes, yo he ido y vuelta cuarenta veces. -Entrégate Lihn, estás rodeado. Están llegando otras patrullas.
El criminal extendió su mano y apuntó hacia el comisario, pulsó el gatillo para disparar, sonó un click... cuando otra voz lo sorprendió desde atrás. –Se acabó, suelta el revólver, no tienes escapatoria- En ese momento el asesino trató de abalanzarse hacia adelante, hacia Tristán, pero Prince le dio un disparó en la pierna para inmovilizarlo. –Lo siento, pero no me dejaste otra alternativa, estarás bien.- Quedas detenido por el asesinato Verónica Marall. Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra… 
Horas más tarde Lihn confesó todo. Hacía tiempo había conocido a Verónica, le gustaba mucho, y empezó a sentir hacia ella como una especie de obsesión, ella lo rechazó en varias oportunidades. Luego se enteró que tenía una relación con Tony Labinia. Eso lo descontroló. Y decidió sorprenderla en el parque O’Higgins. Confesó cómo interceptó a Verónica cuando estaba trotando, la sujetó por detrás. La llevó hacia dentro del bosque en un paraje solitario, muy oculto, debajo de unos árboles, estaba seguro tan temprano nadie pasaría por allí. Lucharon, la chica se resistió todo lo que pudo, seguidamente agarró una piedra y le golpeó la cabeza, quedó inconsciente, la desnudó, la golpeó y la violó salvajemente y después decidió estrangularla con una cuerda de sus zapatos. Luego esperó a oscureciera, tapó a la joven con una ramas y fue a buscar su camioneta, la cargó en brazos, la puso en el asiento trasero y la llevó al taller de su amigo Yanni Costa, un ex convicto quien lo ayudó a deshacerse del cadáver, recibiendo una gruesa suma de dinero. David Lihn fue trasladado a la cárcel, bajo intensa custodia, donde tendría que permanecer allí hasta que se realizara el juicio. No se resistió ni volvió a decir una palabra. Sus ojos seguían expresando odio y cinismo. No había en ellos la menor señal de arrepentimiento…

EPÍLOGO

Desde afuera Lisette había observado dentro de la camioneta todo el episodio de la captura del delincuente. Rezaba porque todo terminara. Con la detención del criminal, respiró, una nueva paz llenó su espíritu, había terminado la angustiosa búsqueda de la hermosa joven, tan brutalmente asesinada; deseaba ir a su tumba a llevarle unas flores, nunca se habían conocido, pero ahora es como si la conociera de toda la vida, a ella y a su familia quien le estaba eternamente agradecida por el apoyo que les brindó. 
-Bueno, Lisette –le dijo Tristán Kossi en la comisaría – antes de que se vaya a su casa, quisiera mostrarle algo. No la retendré mucho tiempo.
Entraron a una de las oficinas no muy espaciosa, donde la clarividente pudo divisar una galería de retratos que cubría toda una pared, fotos de chicas, de chicos, de gente mayor, de niños, y debajo de todas las fotografías, estaba escrita la palabra: “Desaparecido” “Desaparecida”. Un profundo sentimiento la embargó, eran otras “Verónicas” que clamaban su ayuda, otros “Esteban” como ese niño amiguito de su niñez y que fue su primera experiencia como clarividente. En especial hubo uno que llamó su atención, que la miraba fijo con unos ojos muy hermosos, desde su foto en la pared, le recordó bastante a Esteban Román. De golpe le llegaron las imágenes, pero esta vez no eran imágenes de muerte, ni de tortura, ese niño ya era un joven, vivía... estaba en algún lugar del país, había sido arrebatado a sus padres, ahora estaba más lejos, tenía veintiún años, no lo visualizaba peligro en su vida, pero la mente de ese niño le habló… tenía recuerdos de su niñez, veía sus ojos nostálgicos, quería reencontrar su anterior vida…
-Inspector, ¿cómo se llama este niño?
-Claudio Villa. Fue secuestrado cuando tenía cinco años. Nunca pudimos encontrarlo. ¿Por qué quiere saberlo? ¡¡¡No!!!, no puede ser!!! Qué haré yo sin usted Lisette Stogonoff, bueno... ejem... quise decir, qué haremos nosotros sin usted? Por eso quería traerla aquí sin decirle nada. ¿Pudo adivinar algo de él?
-Inspector Tristán, yo no soy adivina, ni maga, yo se lo aclaré antes. Tengo visiones de imágenes, carteles, números, lugares. Este niño no está muerto. Ya es un joven como de veinte años. Tal vez podría ayudar a encontrarlo.
-La adoro Lisette, se lo dije?. Si no estuviera casado, estoy seguro que otro fuera nuestro destino.
-¡¡¡Usted es incorregible Inspector!!! ¿Acaso es usted clarividente? Jajajaja.
-No, jajaja, pero ¡cómo me gustaría! ¿Se imagina yo policía y clarividente, ¿quién podría escaparse de mí? Venga conmigo dulce señora mía, lamentablemente no puedo emplearla de detective, pero le haré instalar una oficina especialmente para Ud., con todas las comodidades y las condiciones que nos exija, y por supuesto, se le asignará un salario.
-Ya sabe, esta profesión mía no es por dinero, sólo me gusta ayudar a esas familias que tienen sus seres desaparecidos.
-De todas formas, recibirá su cheque mensual, puede hacer con él lo que decida. Si quiere cobrarlo o donarlo a las familias de las víctimas, ¿no le parece? -¡¡¡Además ¡¡¡será la madrina de nuestro departamento!!!- unas voces les respondieron, de atrás, eran sus oficiales Marcelo Estrada y Marcus Prince, que luego se unieron a ellos.
-Ya ve, madrina, se queda con nosotros, -volvió a decirle Kossi, dándole un cariñoso abrazo- claro el tiempo que usted desee. Aquí tendremos mucho trabajo para usted. A veces no será muy grato, será duro, difícil, pero otras podría tener un final feliz como en el caso de Claudio Villa, que ya estoy impaciente por comenzar su búsqueda e investigación.
-Muchachos, ¡en marcha!, ¡¡¡Tenemos un nuevo caso que nos espera!!! ¡¡¡A trabajar se ha dicho!!!

Ese día todo el departamento comenzó nuevamente a movilizar su maquinaria detectivesca con el apoyo incondicional de ese ser tan especial que llegó a sus vidas para enseñarles que no siempre todo está perdido. Uno de los desaparecidos aguardaba el reencuentro con su verdadera familia en algún punto cardinal del país.

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