
Más que nada son
sus ojos lo que más recuerdo, no me explico por qué; habiendo pasado un
vendaval de años, sus ojos me siguen por donde voy. El color almendrado que
resaltaba en su rostro aceitunado, siempre seguirán allí, iluminando su
memoria, su recuerdo; aunque de ese recuerdo solo queden cenizas que puede
recoger el corazón. Olvidé su voz, sus gestos, bueno quizá no todos, olvidé
cuantas veces me hizo el amor, (ayer viendo en la playa una pareja besándose lo
recordé, cuando en la arena cierta vez nos amamos), como caminábamos por la
calle, mas no podré arrancarme nunca su forma de mirarme, sus ojos al decirme
que me quería, o a veces solo al mirarme se cerraban para decirme que me amaba
hasta el dolor; sus lágrimas de hombre al decirme adiós por última vez. Pero
irónicamente el último instante en que me abrazó, antes de perderlo
definitivamente, sus ojos estaban cubiertos por lentes oscuros; quizá era para
ocultar el dolor que emanaba, o para que no pudiera leer la verdad: que nunca
volvería, que nunca me amó, no querré saberlo jamás.
No podré olvidarlos, en ellos
vivía toda la tristeza, todo el pasado que lo atormentaba, todo el amor que quiso darme y no
pudo. El tiempo voló tan velozmente, hubiera querido detener ese último día, al
lado del ascensor que se lo llevaría para siempre, hubiera querido parar esos
segundos y quedarme abrazada junto a él, dándonos el último beso, que el tiempo
se detuviera allí con él. Hubiera querido quedarme algo más que con el recuerdo
de sus ojos. Odio a veces ese tiempo tan implacable que se lleva tanto, que no
deja nada; odio recordarlo y sentir sus ojos en mí como si no me dejara
olvidarlo. El tiempo, la vida nunca tienen respuestas, se quedan callados,
nunca hay explicación para responder cuando se pierde lo más querido, lo más
anhelado. Solo queda burla, frustración. Fue un amor de esos que pasan por la vida sin dejar rastro, ni dirección, un amor sin huellas para reencontrar su destino. Y hoy que perdí juventud, ilusiones, alegrías, hoy que me dejó la soledad atrapada en esta telaraña de recuerdos, siguen sus ojos atormentándome dentro del alma, persiguiéndome, buscándome a través del tiempo, como suplicándome que los deje aquí… guardados en mi ser, donde siempre se cerrarán para decirme de la tristeza que se fue con ellos.
Comentarios
BESOS
JOTACET
DESGARRAN ESTAS REALIDADES.
YO TAMBIEN DIGO LO QUE DICE EL DOCTOR.
UN ABRAZO.
Es tierno, es dulce, es triste como cuando te comes un helado y se va derritiendo poco a poco y no quieres que se acabe.
Me encantó.
Me encantó porque tiene muchas de las vivencias que a mí también me ocurrieron. Y lo que más me acuerdo, son sus OJOS.
MMMMMUUAAAAKKKKKK.
Que de intensidad en esa mirada para que a traves de los años te persiga. En mi caso hay unos ojos bellos, tristes, que quedaron plasmados en un poema que hace tiempo hice, sabes?, estoy de acuerdo contigo, hay ojos que nunca se olvida, puede uno olvidarse hasta de las facciones del rostro, de la voz, pero la mirada esa no, esa queda indelele en el alma y el corazón.
Excelente prosa querida Maria Jose.
Besitos
Vickie