UNA DE VAQUEROS - CAPÍTULO III


En la iglesia todos estaban molestos, angustiados, querían saber el motivo por el cual estaban todos acuartelados allí. El reverendo MacCarthy intentaba calmarlos, pidiéndoles que se mantuvieran en sus bancos.  Louis Grant, el barbero, hombre de grandes bigotes, de mejillas sonrosadas y pelo ensortijado se levantó de su asiento y pidió la palabra
-Estoy seguro que todo este asunto tiene que ver con ese recién llegado.
-¡Sí, el forastero! ¡Ya se sabía! ¡El tipo iba a traernos problemas!
-¡Si! -
Gritó uno de atrás

-Vamos Reverendo, díganos de una vez ¡¿Qué nos están ocultando?!
Las mujeres lloriqueaban al unísono -Nuestros niños, ¿qué pasará con ellos? ¡Ay, Dios mío! ¡¿Qué está sucediendo?!
El reverendo alzó las manos para aplacar los gritos -Hermanos, tranquilícense, debemos guardar la calma. Les aseguro que mientras estemos aquí, no correremos peligro alguno. El sheriff nos aclarará luego; por el momento, mejor oremos con fe y sin miedo «El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace reposar...tu vara y tu cayado me conducen...descansaré en la casa del Señor todos los días de mi vida... Todos hicieron silencio diciendo -Amen.
En eso, un fuerte disparo rompió la oración, cortando la respiración de todos los presentes. Nadie se movió. Se miraban unos a otros -Continuemos orando hijos míos, todo acabará pronto- fueron las ahogadas palabras del pastor.

Glenn corrió velozmente hacia la esquina, se escondió dentro del galpón de un establo para protegerse. El sol brillaba, la temperatura era fuerte como el mismo infierno.  Pudo distinguir a uno de ellos vigilando la puerta desde adentro. Era el Niño, armado y enmascarado. Alzó su voz desde donde estaba y  gritó fuertemente -Jack Forester! ¡Están rodeados! ¡Salgan con las manos en alto! ¡Si te rindes prometo no matarte, pero de lo contrario no saldrán vivos de allí!
El eco de una voz algo lejana le respondió: -¡Muérete, Foster! ¡Si me quieres, ven a buscarme! - El primer disparo sonó desde el tejado del Grand Hotel. Glenn miró hacia arriba, estaba otro de ellos con un rifle, le pareció que era el mexicano, por el gran sombrero característico de esa gente. El respondió con otro, -¿dónde estaría el Marshall?- necesitaba que lo cubriera, faltaba otro del grupo, Buster Curtis, seguramente estaba aguardando con los caballos. Sonaron repetidos disparos; el zumbido de las balas le ardían en sus orejas; vio moverse al Marshall Duggan.
El Marshall en la otra esquina del banco, se asomó para hacerle ver donde estaba. El mexicano gritó -¡Los tengo manitos! ¡Quién quiere morir primero!
-¡¡Túu, bastardo!!-le respondió disparándole el Sheriff Duggan. El mexicano cayó del tejado al medio de la calle
Glenn corrió rápidamente para unirse con el Marshall - Falta el otro - le dijo al comisario- Vaya a buscarlo, yo trataré de entretener a Forester y a el Niño. Hay que hacerlos salir, pero tienen un rehén.
Los caballos deben estar en el corral, está más lejos. Si no vuelvo, Duggan, usted  deberá arreglárselas solo.
-¡Suerte, amigo!
Esta situación ya le estaba cansando. No podía imaginar como se encontraba el banquero, pero siendo la única carta que tenían para escapar, no les convenía matarlo.
- ¡Forester! ¡Ya perdiste a uno de los tuyos! ¡Curtis también va a morir! ¡Están atrapados, no te dejaré salir de este pueblo! ¡Vivo o muerto, vendrás conmigo! -  Hubo silencio. El suspenso cortaba el aire caliente del mediodía. Para Forester y sus compinches se les acababa el tiempo.
El Ranger Glenn Foxter vio movimiento adentro del banco, Forester traía a Liebermann apuntándole con el revólver en la cabeza, el Niño cargaba dos bolsas en los hombros y empuñando un arma también. Glenn se preparó ocultándose detrás de la pared lateral del Trust Bank. Los separaban apenas unos cinco metros. Los vio caminar hacia la esquina, hacia donde él se encontraba. Los tenía en la mira, pero no quería que mataran al viejo Liebermann que venía temblando. Buster Curtis era el primero en venir, Glenn Foxter, sin pensarlo, agarró una piedra y la arrojó hacia una de las ventanas de un edificio de en frente. Curtis se movió rápido disparando hacia donde había sonado el cristal roto, Glenn aprovechó el movimiento y le disparó tres veces seguidas con su Colt, el hombre quedó tendido, muerto.
Yo tengo al viejo, Forastero! ¡Si muere será por culpa tuya! ¡Vamos! ¡Camina, estúpido!- Gritó Jack Forester furioso y desesperado por huir.
Se oyó el sonido del galope seco de un caballo acercándose con velocidad desde atrás de su escondite, vio al otro, que venía disparándole, apenas pudo responder, se armó un fuego cruzado,  sin saber cómo, una de las balas le alcanzó el hombro, la sangre comenzó a chorrear de su camisa. Tuvo que detenerse un momento para hacerse una venda atándose con su pañuelo que se tiñó de rojo. ¿Qué habría pasado con el Marshall? Volvió a intentar salir de su escondite, para alcanzarlos, estaba solo; tenían un solo caballo, y habían perdido una de las bolsas de dinero. Sin que lo vieran corrió agachándose detrás de un gran abrevadero a un costado de la calle, disparó hacia el compañero de Forester, le dio en una pierna, se tambaleó, le disparó otra vez hacia el pecho, quedó inmovilizado; eso tomó desprevenido a Forester, -¡Corra Lieberman! Pero Forester lo sujetó fuertemente. Habían quedado los dos solos, a una distancia de dos metros, la Comisaría estaba hacia un costado de la calle.
Déjalo ir Jack! ¡No seas cobarde! ¿Tienes que escudarte detrás de un inocente para protegerte?
-¿Crees que soy tan tonto? ¡Estás esperando una oportunidad para matarme pero no te la daré.! ¡Me lo llevaré conmigo! ¡Mejor no intentes nada, Foxter, te lo advierto!

Caminó de a poco, hacia atrás, con su rehén, agarrando las riendas del caballo, y apuntando a Lieberman; Glenn Foxter, seguía apuntándole con el revólver, sentía un intenso dolor en el hombro, tenía la bala incrustada, no era de gravedad, pero la herida era lo suficientemente profunda para darle problemas con su puntería; necesitaría algo más que un milagro para herir a Forester. De repente, como si el Cielo lo escuchara, un disparo sonó en el aire.
El pistolero trastabilló soltando al rehén. Esa fue la ocasión que esperaba Glenn, en cuestión de segundos, apretó el gatillo, lo alcanzó en el estómago. Forester dando un grito de dolor, cayó herido. Liebermann corrió a toda velocidad a cualquier parte.  Había terminado todo. Aún debía saber que había pasado con el sheriff. Pero se había olvidado de algo, ¿quién fue el que disparó?
La respuesta la tenía delante de su vista, miró sorprendido a  quien lo había hecho: -Kevin Troy. Gracias a Dios no me hiciste caso muchacho y no te quedaste ahí adentro. Te debo la vida amiguito.
El joven ayudante con cara sonriente se sentía más que satisfecho. Había tenido su primer tiroteo. -¡Qué bueno verlo Forastero! Creí que no terminaría nunca. ¿Y el Marshall?
Iré a ver que fue de él. Tú ve a la iglesia y saca a toda esa gente de ahí. Diles que ya no hay peligro, pero antes ayúdame a llevar a esta sabandija a la celda, está herido pero con la ayuda del médico, se podrá curar y llevarlo vivo a su juicio.
Enseguida sin tiempo que perder, se dirigió al corral, Duggan había dicho que iría allí, a buscar al que él mató después. Desde lejos pudo divisar al sheriff inmóvil, tirado boca abajo. Cuando se acercó lo asió por el hombro para darlo vuelta. Los ojos de Duggan se abrieron lentamente: 
Hola compañero,! ¿me creía muerto?
-Qué bueno verlo Marshall. El pueblo todavía tiene comisario. ¿Dónde le dieron?
-En el costado. Pero sobreviviré. Todavía no ha nacido el que me mande al hoyo. -se quejó haciendo una mueca de dolor. Lo ayudó a levantarse como pudo. El también tenia una maldita bala en el hombro y dolía bastante. Aún era temprano. Pensó que sería un día para recordar,  un día que Cutton City no olvidaría.

CONTINUARÁ...

Comentarios