A partir
de ese momento, decidí ignorarlo. Cambié la cerradura. Le dije a mi hermana
que no me acompañaría más. Su vida y la de todos lo que me rodeaban
corría peligro. Ese hecho cambió mucho las cosas. El acosador había hecho
contacto personal. Traspasó mis fronteras. A partir de allí le declaré la
guerra. No me manipularía más. De repente no tuve más miedo. Me dije a mí
misma: ¿Quieres tenerme? PUES
VEN A BUSCARME. En los días que siguieron, no contesté más el teléfono. Dos
policías se turnaban de día y de noche para protegerme. Ricky había salido de
viaje. Nuestra relación se fue deteriorando con lo sucedido. No quise que le
ocurriera nada. Lo alejé a la fuerza. Aunque lo amaba y siempre lo amaré. No, mientras ese maldito me estuviera acosando, de alguna forma se había salido con
la suya, destruyó mis sueños, mis planes, me había convertido en una persona
insegura, temerosa, vulnerable, frágil.
Pasaron
diez días desde que no respondí a sus continuos llamados. El ring sonaba
persistentemente, el del apartamento y el de mi celular. Podía palpar y oler su
furia, que se acumulaba dentro del teléfono. En cierta forma era gratificante
saber que le había ganado la partida. Pero sabía que no se quedaría tranquilo y
ese era mi peor miedo, que contraatacaría cuando menos me lo esperara. Seguí
ignorándolo, hasta que tuve que meterme en la computadora para abrir mis
correos. Tenía quince mensajes nuevos. Todos del mismo destinatario. Ya sabía de
quién eran. Leí el último, despachado hacía veinte minutos.
“ZORRA,
¿CREES QUE TE SALISTE CON LA TUYA? NO ME IRÉ DE TI NUNNCAAA…ERES
UNA PUTA…SI NO CONTESTAS EL TELÉFONO SABRÁS VERDADERAMENTE QUIÉN SOY YO…
BIENVENIDA AL INFIERNO… FIRMADO: EL DIABLO”
Cerré de
un golpe la laptop….Mi pensamiento quedó en blanco después de leer esa basura.
Respiré un minuto y volví a abrir la computadora y escribí:
“TE
TENGO UNA MALA NOTICIA. NO ME TENDRÁS NUNCA. ERES ASQUEROSO. REPUGNANTE. NO ME
CONTROLARÁS MÁS. ¿QUIERES TENERME? ATRAVIESA MI PUERTA ¡¡¡SI ES QUE PUEDES!!!”
Pude
intuir que la furia de un demonio estremecía el aire, las paredes, el techo, la
guerra había empezado. Sólo habría un vencedor y un perdedor.
Al
instante entró otro e.mail. Lo leí. Era de un renglón.
-“QUIZÁ
NO SEA NECESARIO ATRAVESARLA”
Todo
comenzó a dar vueltas a mi alrededor. El estómago se salía por mi boca. Estaba
allí. Estaba conmigo… Estaba en el apartamento…La puerta estaba a diez pasos
de distancia. Comencé a caminar lentamente. No quise mirar atrás. Posiblemente
estaba escondido en el cuarto o en el baño. Di dos pasos más y me
abalancé sobre la puerta, corrí bajando sin aire por las escaleras. El corazón
se salía de mi pecho, de mi garganta. Corría y gritaba: ¡¡¡AYÚDENME!!!
¡¡¡SOCORROOOO!!! Faltaban
tres pisos todavía. Miré hacia arriba y vi la sombra negra que venía detrás de
mí. Traía una capucha gris. No se le veía su cara. ¡¡¡DIOS MÍO!!!
¡¡¡AYÚDENMEEE!!! Mis piernas
flaqueaban. Un piso…. ¡¡¡TESSAAA!!!! Lo oí gritar detrás de mi espalda,
sentía su respiración agitada, ya se abalanzaba sobre mí. Llegué a la salida.
Era de noche. El policía de turno corrió hacia mí. Me atajó… Me hizo a un lado
y disparó tres veces. El hombre cayó. No quise verlo. Perdí el conocimiento.
Todo había terminado.
EPÍLOGO
Ya
pasaron seis años. Hoy no me llamo Tessa, soy Linda Fuentes. Uso un nombre
falso. Domicilio desconocido. Correo electrónico anónimo. El acosador no murió;
solamente recibió heridas leves. Le dieron diez años de condena. Me pregunto
hoy ¿se habrá hecho justicia? Yo creo que no. Cuando salga ¿comenzará su cacería
de nuevo? No lo sé. Pero no podrá encontrarme. Unicamente mi familia sabe de mi
paradero. El recibió diez años por haberme aterrorizado, y convertir mi vida en
un verdadero infierno. Nunca lo vi. La policía me dijo que físicamente no valía
nada. Era un hombre insignificante, pequeño de estatura. Sus ojos siempre estaban
escondidos detrás de unas gafas de ratón. Era un técnico de la compañía de
electricidad. En algún momento entró a hacer un mantenimiento cuando compré el
piso e instaló cámaras para espiarme y acosarme.
En fin,
hoy soy una estadística más de todas esas mujeres que son acosadas por algún
extraño. El 98% no tiene la misma suerte que yo. Tal vez, pude salvar mi vida
para poder ayudar a otras mujeres a protegerse, para no caer en manos de un
psicópata. Busquen ayuda desde el principio; de su familia, de la policía, no
salgan solas en la noche, no se dejen atemorizar; tampoco dejen entrar
extraños a su casa porque en cualquiera de esas ciudades caminan por la calle,
el técnico, el cartero, el vecino de al lado. En un rostro que parezca normal
puede esconderse la maldad, la amenaza, el terror….
FIN
FIN
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