Como
mujer, como narradora, si pudiera osar llamarme así, me resulta muy difícil
hablar sobre el tema de los abusos a los pequeños, a los jóvenes, a los
inocentes que aún no han comenzado a vivir; ellos, que tienen su mente pura, su
cuerpo tierno y virgen. Todos somos responsables de esa tragedia que llevan a
cuestas esos niños, víctimas que han sido violadas, asesinadas, por sus propios
padres, familiares, conocidos, extraños, pederastas, sobre ellos en particular,
los pederastas quiero referirme, ya que últimamente se levantó una campaña
contra la Iglesia, y digo contra, porque como cristiana católica confieso que
debemos ser justos, al que le guste o no, al que lo sepa o no, existen claro,
esos pederastas religiosos, que deberán recibir su justo castigo; pero no
olvidemos a los otros pederastas, que no llevan hábito, que andan por la calle,
que viven cerca o andan al acecho de sus inocentes víctimas; que impunemente
cometen este delito execrable que se comete diariamente; para esos violadores
casados y solteros, que también la sociedad les levante una campaña igualita a
la de la Iglesia, porque no es un pecado exclusivo de los clérigos, es un
crimen que cometen millares de hombres y mujeres en su mundo sin Dios, sin
moral, sin piedad, todos ellos, religiosos o no, son el vómito de Dios, y
debemos excluirlos, denunciarlos, hacerles justicia no venganza, es nuestra
obligación, nuestro deber.
Comentarios
Pareciara que no alcanzan las palabras para condenarlos ni siquiera podemops imaginar el horror que en los peqieños desatan... en sus vidas tronchadas para siempre.
Besitos
AZUL